Siglo XIII. Reino viejo de Aragón.
Izarbe, joven catalana de la Provenza, y Edecier, aragonesico del Prepirinuestro, se encuentran y enamoran.
Separados contra su voluntad, se empeñan en reencontrarse mientras buscan un porvenir mejor para sí y los suyos.
La novela comienza en Salinas de Jaca y Asabón y se desarrolla entre el lbo Prepirimío y las penúltimas estribaciones de la sierra de Alcubierre: Galliguera, Sotonera, Cinca, desierto de Monegros, llanos de la Violada...
Jaime I conquista que conquistarás tierras y corazones. La nobleza, entre solidaria y levantisca, jugueteando. Mudéjares, judío y cristianos, acolmenados en aljamas y aljamos, se toleran como pueden. Minúsculas cuadrillas de albingenses en desbandada se emboscan disfrazados de bandoleros...
Más frailes asilvestrados, templarios herméticos, cofradías endogámicas de masones y canteros, maternales abadesas, díscolos mozalbetes, jovenzanas de ojos turbadores y paisanos solidarios o indiferentes... Espeluncas, conventos, abadías, castillos, lugarejos, bordas, parideras... Asonadas, reyertas, peleas...
Dos finales:
El primero, prometedor, en las contraladeras de Santo Domingo, justo donde empezó la novela.
El segundo, abierto, inesperado, siglos después, en la mismísima Roma: justo enfrente de la fachada sur de la basílica mayor de San Pablo Extramuros.
Infumable, falto de todo tipo de originalidad, desgastado
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