Edición de Silvia Iriso
La presente antología ofrece una muestra de los quinientos años de historia del villancico, una composición que nació siendo popular y cantada. <<Otras hay>>, insistía un poeta del siglo XVI, <<que sirven para representar y para otros propósitos, pero esta solo para la música>>. Es fácil imaginarse a las primeras piezas animando una celebración (<<Pinguele respinguete / qué buen San Juan es este>>) o pregonando un mal de amor en un contexto más íntimo (<<Más vale trocar / plazer por dolores / que estar sin amores>>. <<¿Con qué la lavaré, / la tez de mi cara? / ¿Con qué la lavaré. / que vivo mal penada?>>).
El éxito de estos cantares fue enorme. Hasta el punto de atraer la atención de la Iglesia: catedrales, capillas, monasterios... todos comenzaron a encargar villancicos con que animar sus festividades más populares, sobre todo la de Nochebuena. Pero la <<fiebre>> del villancico, cada vez más colorido y espectacular, constituyó a la vez su ocaso, en la segunda mitad del Setecientos. Su particular renacer llegó con el siglo XX, cuando su nombre se asoció a la composición celebrativa de la Navidad que conocemos en la actualidad. Y así seguimos hoy cantando, con estribillo y coplas, en la estela de una rica tradición, intrínsecamente castellana.
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